A mí lo que me sorprende es ver la cantidad de ex presidentes del gobierno y ex ministros que, ahora que no están ya ejerciendo responsabilidades políticas, están continuamente pidiendo que se reforme la Constitución. Cada uno barriendo para su propia puerta, evidentemente. En vez de quedarse callados, marcharse a su casa y asumir que su tiempo ya ha pasado y que es hora de dar paso a los nuevos políticos, están ahí en la sombra dando lecciones a los demás.
Dan ganas de preguntarles : oigan, y cuando ustedes estuvieron en el cargo tantos años ¿por qué no lo hicieron en su día? Porque tiempo y ocasiones desde luego han tenido, lo que pasa es que no interesaba en el momento.
Lo del estado autonómico es otro problema que ahora, tímidamente, están denunciando algunos partidos políticos. Pero desde hace 40 años, había muchas personas estudiosas del tema que ya estaban anunciando lo que iba a pasar (que son, precisamente, todos los problemas que estamos viendo todos los dias en los medios) y les llamaron en su tiempo de todo y por su nombre en un correcto orden; de facha para arriba.
El estado autonómico, después de 40 años, ha demostrado ser un absoluto desastre. Es políticamente disolvente y económicamente insostenible. Porque cada sátrapa autonómico se ha convertido en un cacique, que manda y gobierna en su territorio como lo hacían los antiguos caciques decimonónicos del siglo XIX.